Cada uno escribe sobre lo que conoce, sobre lo que ve a su alrededor. Aunque España es un país cada vez más diverso, tengo que reconocer que en mi entorno no hay mucha variedad cromática ni cultural. Pero si quiero escribir algo con visión de futuro me gustaría que todos los lectores pudieran sentirse identificados y eso implica hacer un esfuerzo por representar el mayor espectro de personajes posible.
En la novela con la que estoy ahora, me encuentro con este, no sé si llamarlo problema. Mi novela transcurre en un futuro muy lejano en el que la sociedad se ha recuperado hasta cierto punto de una catástrofe que casi terminó con la raza humana. Han pasado muchas generaciones desde que los supervivientes, guiados por los todopoderosos Primeros, se refugiaron en una ciudad junto a la montaña. Entre esos supervivientes podría haber gente de todos los colores, de todas las razas, que con el paso de los siglos se han ido mezclando.
Es mi oportunidad para jugar: puedo seguir la tesis de Ursula K. Le Guin y crear un futuro en el que todo el mundo es de diversos tonos de marrón. O puedo presentar personas blancas, negras, asiáticas y de otras etnias sin necesidad de ajustarlas a las ideas preconcebidas que tenemos hoy en día.
He decidido quedarme en un término medio. Mi protagonista es de piel morena, ojos marrones y pelo castaño oscuro. Uno de sus aliados se convirtió en una chica poco antes de comenzar a escribir, porque me di cuenta de que me faltaban personajes femeninos. En el momento en que apareció en el texto decidí hacerla negra. ¿Por qué no? me pareció una excelente razón. No hay ningún motivo por el que el personaje no pueda ser negro.
Y pensando pensando, decidí que ya que la mejor amiga de la protagonista y su hermano, que juegan un papel pequeño pero importante, ya son morenos, el darles ojos rasgados no cambia nada y hace mucho. Hay otro personaje de ojos verdes, una rubia, otros dos o tres que aún no han sido definidos del todo. Puedo jugar con como quiero que sea su aspecto físico.
Me gusta pensar que puedo cambiar el sexo y el aspecto físico de mis personajes sin que eso afecte en absoluto a la trama. Porque no debería ser importante de qué color es un personaje si está bien construido y menos en una obra de ficción que presenta un mundo diferente al nuestro.