Mis personajes hablan bastante. A veces demasiado. Creo que es una rebelión inconsciente contra todas esas novelas en las que las cosas salen mal o no se solucionan porque los personajes NO HABLAN ENTRE ELLOS (Si, La Rueda del Tiempo, te estoy mirando a ti).
En mi caso mis personajes suelen tener múltiples conversaciones ingeniosas con pullas y sarcasmo en las que alguien (generalmente la protagonista) se hace la listilla y se juega el cuello cabreando a los que la rodean. Es un poco el síndrome de Spiderman. Me gusta enfrentar a héroes no demasiado poderosos con criaturas que podrían matarles sólo con levantar un dedo y darles la mala costumbre de ponerse chulo con ellos.
Mis personajes no son muy inteligentes.